Si nos ponemos a pensar en un tablero de ajedrez gigante, en donde hacemos jugar a un niño pequeño y conseguimos que primero logre identificar los colores de dicho tablero; luego ubicarse encima de uno de los cuadrados de colores, habiéndolos discriminado previamente; luego, desplazarse sobre ellos cambiando de color o buscando direcciones; o por un mismo color en diagonal; o saltar por encima de un cuadrado yendo de cuadrado blanco a cuadrado negro y muchas variantes más, entonces podríamos pensar que no necesitas mucha edad para el ajedrez y para el desarrollo de las capacidades que el ajedrez conlleva.
Jugar ajedrez tiene su encanto como cualquier juego, pero evidentemente para que se le encuentre el gusto debe ser enseñado de manera encantadora, de lo simple a lo complejo y rodeado de todos los artificios pedagógicos que le den este encanto; canciones, videos, satisfacciones, variedad en las rutinas.
Este sería el punto de partida para sacarle el mayor provecho a un juego que podría ayudar mucho, pero que lo hará en la medida que el niño se encuentre involucrado con él.
Los colores y las formas de las piezas, tienen ya su atractivo, pero son su complejidad y sobre todo la aceptación de reglas, las principales razones para no simpatizar con el ajedrez.
Todo niño preferiría siempre un juego en donde él tuviera todos los turnos o pudiera mover las piezas que le plazca en el momento que le plazca. La aceptación de que es una actividad necesariamente compartida es un gran paso y una de las fortalezas del ajedrez como actividad de desarrollo social y de autodominio. Luego, el llegar a aceptar que no es el único que tiene un plan o una intención y que hay otro que puede tener un mejor plan que él, puede ser incluso un hito dentro de esa intención de guiar al niño para desterrar el egocentrismo, que por naturaleza tiene en sus primeros años.
La aceptación de manera rápida de las derrotas y el correcto manejo de los triunfos son otros de los temas que aporta el ajedrez. Y si el niño lo práctica con frecuencia y logra tener motivación para conseguir mejores resultados, se irá desarrollando en él, su capacidad inhibitoria, ya que de manera sencilla el niño sentirá que muchas veces debe abstenerse de mover de manera impulsiva porque existe la posibilidad de cometer un error o fallar y antepondrá la reflexión al impulso.
Quizás, éstas, sean las riquezas que tiene el ajedrez y es más rico aun cuando se sabe guiar al niño o inducirlo no necesariamente a jugar sino a reflexionar. El ajedrez puede convertirse en una herramienta maravillosa cuando en su enseñanza se prioriza el enseñar a pensar, que puede traducirse de manera sencilla en dar estrategias al niño para que en situaciones problemáticas recuerde que su mejor arma es la reflexión: ¿cuál es mi plan?, ¿qué intenta mi compañero?, ¿qué pasaría si hago esto o aquello?, y más preguntas. El niño irá desarrollando de manera fácil una visión prospectiva, que es una cualidad muy poco trabajada. Crecerá en juicio crítico, imaginación y creatividad.
Por todo lo que hemos mencionado podemos ver que el ajedrez no sólo desarrolla, como casi es evidente y conocido, el pensamiento lógico y la habilidad espacial, así como la atención y concentración, sino que mucho de su potencial está también en la forma cómo se aprende y cómo se guie durante el proceso de su adquisición o dominio.
Si queremos hacer un recuento de todas las capacidades y destrezas que puede desarrollar el ajedrez podríamos representarlas en unos cuadros:
Capacidades Pre - Básicas |
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Capacidades | Atención | Percepción | Memoria |
Destrezas | Concentración | Identificar | Memoria Asociativa |
Atención selectiva | Describir | Memoria Visual | |
Atención focalizada | Discriminar | Memoria Global | |
Atención de entrada | Explorar | Memoria de Reconocimiento | |
Atención sostenida | Visualizar | Memoria Constructiva | |
Atención lógico simbólica | Formar Imágenes |
Capacidades Básicas | ||||
Capacidades | Lógicas | Espacio Temporal | Expresión | Socialización |
Destrezas | Analizar | Localizar | Exponer | Opinar |
Interpretar | Situar | Producir | Debatir | |
Comparar | Secuenciar | Dialogar | ||
Relacionar | Representar | Convivir | ||
Clasificar | Buscar | Integrarse | ||
Sintetizar | Contextualizar | Participar | ||
Abstraer | Trabajo en equipo | |||
Inferir | Autonomía personal | |||
Deducir | ||||
Comprobar | ||||
Evaluar |
Capacidades Superiores | ||||
Capacidades | Pensamiento Creativo | Pensamiento Crìtico | Pensamiento Resolutivo | Pensamiento Ejecutivo |
Destrezas | Originalidad | Argumentar | Definir problemas | Mente abierta |
Fluidez de ideas | Analizar críticamente | Generar alternativas | Seleccionar alternativas | |
Fantasia | Defender opiniones | Predecir resultados | Consultar | |
Imaginación | Emitir juicios | Extraer consecuencias | Objetividad | |
Flexibilidad | Elaborar Conclusiones | Evaluar acción | Estar consiente | |
Iniciativa | Buen juicio | Evaluar resultado | Controlar el proceso | |
Curiosidad | Evaluar resultados |
Muchas de las destrezas descritas dentro de las capacidades superiores se trabajan con la práctica del ajedrez de manera más asidua. Sin embargo, las destrezas descritas dentro de las capacidades pre-básicas son las que de manera natural pueden ser desarrolladas. Las destrezas mencionadas dentro de las capacidades básicas van siendo adquiridas conforme el niño se involucra con el juego y además de manera guiada o trabajada.
Por todo ello podemos decir que el ajedrez es una gran herramienta para desarrollar capacidades.