La concentración es “la capacidad de recibir estímulos, seleccionar y realizar un esfuerzo consciente por mantener la atención”.
La atención y concentración son dos procesos complementarios, pero la atención sirve como base para el desarrollo del proceso de concentración. Para lograr un adecuado nivel de atención – concentración se requiere:
- Un estado de alerta que es fisiológico y en el cual hay mayor receptividad.
- Ser selectivo con la información, aceptando o desechando los estímulos.
- Estar consciente de la naturaleza y características del estímulo.
En el recién nacido la atención es involuntaria, pero con el lenguaje (voz de la madre) los estímulos adquieren significado.
Desarrollo de la Atención – Concentración
En el recién nacido la atención es inicialmente refleja (respuesta involuntaria ante un estímulo) y por medio de la interacción con el medio ambiente se va convirtiendo en voluntaria. Se requiere de guía y supervisión para el mantenimiento de un buen nivel de atención y concentración, pero al terminar su desarrollo son totalmente voluntarias y selectivas.
Durante el primer y el segundo año todos los estímulos compiten por entrar al cerebro. La atención del niño en esta etapa se relaciona con sus intereses en el mundo circundante y por la manipulación que haga de los objetos. El niño se esfuerza por mantenerse concentrado mientras no decaiga su interés. El surgimiento de un nuevo objeto implica el traslado instantáneo de la atención hacia él.
La atención voluntaria se forma en la etapa infantil en relación con el aumento general del papel del lenguaje como regulador de la conducta del niño.
A los niños les resulta difícil concentrarse en una actividad monótona y poco atractiva, mientras que resolviendo tareas en el proceso del juego, logran mantener largo tiempo su concentración. Los elementos lúdicos, las actividades de tipo productivo, el cambio frecuente de las formas de actividad, permiten mantener la atención infantil a un nivel alto.
La estabilidad de la atención, tiempo promedio para concentrarse en la ejecución de una actividad sin supervisión, sin estímulos cambiantes o distractores en el ambiente y donde la persona pueda desarrollar la actividad; depende del interés, motivación, valor de la actividad, significado para la persona basándose en una experiencia previa.
Evolución de la estabilidad de la atención y concentración:
El primer mes el bebé fija su mirada por breves segundos (de 4 a 10 segundos) en luces brillantes y objetos contrastantes (negro, blanco, rojo). Los ojos y la voz de la madre durante la lactancia materna se convierten en el primer estímulo para fijar la mirada.
En el segundo y tercer mes, los bebés tienen más facilidad para concentrarse en la cara del adulto que en el objeto, por ello prefieren mirar al adulto que les sonríe, que seguir la actividad mediatizada que el adulto le propone con el juguete. El objeto adquiere interés para el bebé de esta edad cuando es brillante, con movimiento y sonoridad, produciendo sonrisas y balbuceos.
Los bebés de dos a cinco meses logran un nivel de concentración entre 10 y 30 segundos frente al adulto y de 5 a 15 segundos frente al objeto Los niños paulatinamente, fijan la mirada en los objetos que ven, escuchan, tocan y chupan.
Entre los siete y los diez meses los niños son capaces de percibir la relación medio – fin y pueden dirigir la acción con el objeto a través de la mirada, ya son capaces de mantenerse concentrados entre 30 segundos y 5 minutos, si el objeto es significativo. Al año de edad el niño puede lograr 10 minutos de concentración si ha realizado una manipulación constante de los objetos, ha adquirido la mediatización de la instrucción verbal, sigue conductas imitativas y tiene organizados sus hábitos cotidianos.
En el segundo año el niño ya se desplaza, tiene un contacto más directo con los objetos, hay una búsqueda activa de la experimentación con los objetos. El niño se mantiene concentrado en las actividades que capten su interés y lo motiven. Un niño puede llegar a los dos años con 20 minutos de estabilidad en la atención y concentración. En el tercer año aparece el lenguaje como medio universal para organizar la atención, debido a que la voz pone en alerta al niño.
Al principio, los adultos organizan la atención del niño mediante indicaciones verbales (entre los 7 y 10 meses) y recordatorios acerca de la necesidad de realizar la actividad dada. Más tarde, el niño comienza por sí solo, a denominar verbalmente aquellos objetos y fenómenos sobre los que se debe prestar atención (entre 18 y 24 meses). A medida que se desarrolla la función planificadora del lenguaje, el niño es capaz de organizar previamente su atención. El niño puede llegar a los 3 años con 30 minutos de estabilidad en la atención y concentración.
Estimulación de la Atención – Concentración:
De 0 – 6 meses
- Establecer horarios y rutinas para amamantarse, dormir y jugar.
- Mostrarle juguetes, láminas para fijar la mirada en objetos que ve, escucha y toca.
- Hacer que siga con la vista un estímulo visual, auditivo o táctil.
De 7 – 12 meses
- Brindar material concreto para manipular, dándole la oportunidad que lo explore y que lo devuelva antes de que se sature del juguete.
- Mostrarle cómo funcionan los objetos.
- Hacer que termine la actividad con el material que está jugando.
- Hacer que devuelva y guarde el material con el que está jugando.
De 1 a 2 años
- Proporcionar material concreto y hacer que se siente para manipularlo.
- Enseñar la función del objeto dando la indicación verbal y el modelo.
- Hacer que termine la actividad con el material que está manipulando y que lo deje en su lugar.
- Armar rompecabezas y materiales de construcción.
- No tener la habitación llena de juguetes y figuras que distraigan su atención.
- Proporcionar los juguetes de uno en uno para focalizar la atención.
- Hacer que guarde los juguetes en una caja que esté a su alcance.
- Realizar juegos donde espere su turno: por ejemplo lanzar la pelota y esperar a recibirla.
De 2 a 3 años
- Permitir que el niño elija el material concreto con el que desea jugar.
- Hacer que regrese a su sitio y que trabaje sin apoyo, solo con la indicación verbal.
- Propiciar que termine la actividad por sí mismo y que guarde el material con el que está jugando.
- Hacer que participe de pequeñas tareas en el hogar o en el aula.
- Realizar actividades donde espere turno: hacer gusanito, repartir material, recoger los juguetes.