Lunes, 04 Junio 2018 15:38

El Apego Infantil

El apego es el vínculo que establece el recién nacido con un cuidador principal (normalmente la madre y el padre), pero si ellos no se encuentran, quien lo establece es la figura que cumple la función directa (abuelos, tíos, niñera). El apego tiene un lazo afectivo muy intenso que determina el desarrollo posterior de la personalidad del niño, su forma de relacionarse con los demás y con todo lo que le rodea. También influye en como se ve a sí mismo e inicia con la percepción de los adultos como fuentes de bienestar y seguridad.

Las primeras conductas de apego que se muestran son: llantos, sonrisas, vocalizaciones, contactos extensos e íntimos, vigilancia, seguimiento visual, gestos; que buscan aproximación, contacto y comunicación que le permitan construir modelos internos sobre las personas, él mismo y el mundo.

El factor principal en el desarrollo del apego son la madre y el hijo, donde contribuyen las características de la madre (personalidad, experiencias, conocimientos) y el trato que le dé a su hijo, donde influye el temperamento del niño (si es fácil o difícil, si llora mucho o poco, si duerme o no lo hace, si tiene problemas para alimentarse, etc.), ya que la conducta de la madre suele condicionarse por el tipo de temperamento de su hijo.

Debemos tener claro que el temperamento y la personalidad son dos aspectos diferentes, el temperamento es con lo que se nace y es de base biológica y genética; mientras que la personalidad son un conjunto de rasgos y cualidades relacionadas con los pensamientos, sentimientos, emociones, identidad, valores, etc. que se adquieren con las experiencias.

En la actualidad, a raíz de que el temperamento y la personalidad participan en el apego infantil, se propone trabajar bajo la función reflexiva o mentalización que es la capacidad de comprender e interpretar las conductas propias y de los otros como expresiones de estados mentales tales como sentimientos, fantasías, deseos, motivaciones, pensamientos y/o creencias.

El apego se desarrolla en cuatro fases básicas:

  • Etapa 1: Del nacimiento al segundo mes;  en este periodo, el recién nacido acepta a todas las personas que le ofrezcan comodidad.
  • Etapa 2: de los 2 a los 6 meses, en este periodo hay una respuesta social discriminada, prefiere a las personas de la familia que tengan contacto con él, no necesariamente los padres.

Estas dos primeras etapas son de la construcción del apego.

  • Etapa 3: de los 7 meses a los 30 meses; se desarrolla el apego específico, el niño manifiesta dolor y angustia ante las personas extrañas que buscan acercarse a él.
  • Etapa 4: de los 30 meses en adelante; asociación enfocada a una meta, ya no se entristecen si no están con el cuidador y logran conseguir metas compartidas.

Estas dos etapas, corresponden al apego propiamente dicho.

Existen dos tipos de apego:

  1. El apego seguro: los padres brindan expresiones frecuentes de afecto verbal y físico, responden a las necesidades del niño, se muestran consistentes y seguros. Las madres son receptivas y amables Responden adecuadamente a las señales emocionales. Los niños con este nivel de apego exploran tranquilamente y de forma activa, son afectuosos y cooperativos, buscan proximidad y contacto. El niño crece confiando en sí mismo y en los demás, siendo autónomo y con mejores competencias sociales
  2. El apego inseguro se divide en tres grupos: la madre de este nivel de apego presenta carencias en el cuidado de su hijo.
    1. Apego evitativo: Los padres suelen ser irresponsables, intolerantes con manifestación de rechazo por los niños. Son lentos para responder a las necesidades de su hijo y tienen poco contacto afectivo. Muchas veces consideran que todo lo que hace el niño está mal. El niño tiene poca ansiedad ante la separación de los padres y poco interés en el reencuentro. Evita el rechazo y el castigo, piensa que no lo quieren y que los molesta. Acepta consuelo y se muestra sociable con los extraños.
    2. Apego ambivalente: Los padres son cariñosos pero no logran entender al niño, suelen ser duros, egoístas y menos sensibles. Muchas veces se muestran quisquillosos, incoherentes, buscando su conveniencia por lo que no consiguen calmarlos cuando lo vuelven a ver. Los niños buscan estar cerca de la figura de apego y evitan alejarse de ellos. Sienten ansiedad por la separación y se muestran dependientes de figura de apego. Son extremadamente cautelosos con los extraños y difíciles de tranquilizarse incluso con la figura de referencia presente.
    3. Apego desorganizado: Hay padres que maltratan física y psicológicamente al niño. Suelen ser intrusivos, insensibles y abusivos. Los niños se muestran inseguros, desorientados, no se motivan a alcanzar las metas, se encuentran con mucho temor y angustia. Temen a la figura de apego, con frecuencia tienen problemas de conducta y agresividad.
Visto 1271 veces
Lic. Rosa Taramona Aparcana

Psicóloga. Mag. En Psicología Educacional y de Familia.
Diplomado en Neuropedagogía y Habilidades Cognitivas y Emocionales.
                   Especialista en Estimulación Temprana.
                   Directora del Centro Déjalo Ser.

Deja un comentario

Asegúrese de introducir toda la información requerida, indicada por un asterisco (*). No se permite código HTML.