Las primeras conductas de apego que se muestran son: llantos, sonrisas, vocalizaciones, contactos extensos e íntimos, vigilancia, seguimiento visual, gestos; que buscan aproximación, contacto y comunicación que le permitan construir modelos internos sobre las personas, él mismo y el mundo.
El factor principal en el desarrollo del apego son la madre y el hijo, donde contribuyen las características de la madre (personalidad, experiencias, conocimientos) y el trato que le dé a su hijo, donde influye el temperamento del niño (si es fácil o difícil, si llora mucho o poco, si duerme o no lo hace, si tiene problemas para alimentarse, etc.), ya que la conducta de la madre suele condicionarse por el tipo de temperamento de su hijo.
Debemos tener claro que el temperamento y la personalidad son dos aspectos diferentes, el temperamento es con lo que se nace y es de base biológica y genética; mientras que la personalidad son un conjunto de rasgos y cualidades relacionadas con los pensamientos, sentimientos, emociones, identidad, valores, etc. que se adquieren con las experiencias.
En la actualidad, a raíz de que el temperamento y la personalidad participan en el apego infantil, se propone trabajar bajo la función reflexiva o mentalización que es la capacidad de comprender e interpretar las conductas propias y de los otros como expresiones de estados mentales tales como sentimientos, fantasías, deseos, motivaciones, pensamientos y/o creencias.
El apego se desarrolla en cuatro fases básicas:
- Etapa 1: Del nacimiento al segundo mes; en este periodo, el recién nacido acepta a todas las personas que le ofrezcan comodidad.
- Etapa 2: de los 2 a los 6 meses, en este periodo hay una respuesta social discriminada, prefiere a las personas de la familia que tengan contacto con él, no necesariamente los padres.
Estas dos primeras etapas son de la construcción del apego.
- Etapa 3: de los 7 meses a los 30 meses; se desarrolla el apego específico, el niño manifiesta dolor y angustia ante las personas extrañas que buscan acercarse a él.
- Etapa 4: de los 30 meses en adelante; asociación enfocada a una meta, ya no se entristecen si no están con el cuidador y logran conseguir metas compartidas.
Estas dos etapas, corresponden al apego propiamente dicho.
Existen dos tipos de apego:
- El apego seguro: los padres brindan expresiones frecuentes de afecto verbal y físico, responden a las necesidades del niño, se muestran consistentes y seguros. Las madres son receptivas y amables Responden adecuadamente a las señales emocionales. Los niños con este nivel de apego exploran tranquilamente y de forma activa, son afectuosos y cooperativos, buscan proximidad y contacto. El niño crece confiando en sí mismo y en los demás, siendo autónomo y con mejores competencias sociales
- El apego inseguro se divide en tres grupos: la madre de este nivel de apego presenta carencias en el cuidado de su hijo.
- Apego evitativo: Los padres suelen ser irresponsables, intolerantes con manifestación de rechazo por los niños. Son lentos para responder a las necesidades de su hijo y tienen poco contacto afectivo. Muchas veces consideran que todo lo que hace el niño está mal. El niño tiene poca ansiedad ante la separación de los padres y poco interés en el reencuentro. Evita el rechazo y el castigo, piensa que no lo quieren y que los molesta. Acepta consuelo y se muestra sociable con los extraños.
- Apego ambivalente: Los padres son cariñosos pero no logran entender al niño, suelen ser duros, egoístas y menos sensibles. Muchas veces se muestran quisquillosos, incoherentes, buscando su conveniencia por lo que no consiguen calmarlos cuando lo vuelven a ver. Los niños buscan estar cerca de la figura de apego y evitan alejarse de ellos. Sienten ansiedad por la separación y se muestran dependientes de figura de apego. Son extremadamente cautelosos con los extraños y difíciles de tranquilizarse incluso con la figura de referencia presente.
- Apego desorganizado: Hay padres que maltratan física y psicológicamente al niño. Suelen ser intrusivos, insensibles y abusivos. Los niños se muestran inseguros, desorientados, no se motivan a alcanzar las metas, se encuentran con mucho temor y angustia. Temen a la figura de apego, con frecuencia tienen problemas de conducta y agresividad.