Martes, 11 Junio 2019 13:09

Ser papá, hoy Destacado

Empezaré este artículo con una aseveración…la mujer empieza a ser madre con mucho tiempo de ventaja, pues lleva dentro a su bebé por muchos meses, y junto a esto, se dan cambios físicos y psicológicos que no se pueden evitar. El padre por mucho que se sienta involucrado, no tiene idea real de cuánto va a cambiar su vida a partir del nacimiento del bebé, es así que paulatinamente, el padre asume con mayor frecuencia una tarea importante: ayudar a la madre a sentirse segura, en medio de todos los cambios de su embarazo y, por lo tanto, indirectamente está cuidando también a su hijo.

Cuando el bebé nace, la madre renueva su vínculo maternal a cada momento: con la lactancia, el cambio de pañales, la hora de dormir, la hora del baño, etc. Mientras que al padre se le hace más difícil llegar a este nivel, pues él se vincula de una manera diferente, a través de caricias, hacerlo dormir, hablarle, pasearlo, pero, es muy importante que cada uno encuentre su manera de establecer el vínculo afectivo con su niño. Algunos padres son temerosos y esperan hasta cuando el bebé mantiene su cabecita recta y balbucea para poder comunicarse con él y otros son menos temerosos que las madres; lo importante, es que lo intenten y se involucren, no importa si lo hacen bien o mal; ya que, si logra calmar al niño, logra asearlo, lo pasea por el parque, estrechará el vínculo con su hijo.

Existe diferencia entre los estilos de educación y de crianza entre la madre y el padre. El padre juega de otra forma, es más brusco e incentiva la independencia; crea confianza para columpiar, andar en bicicleta, lanzar la bola fuerte, etc.; la conversación del padre tiende a ser más breve y de mando y frecuentemente hace uso de marcadas expresiones faciales. En el tema de disciplina, el padre tiende a observar y hacer cumplir las normas con firmeza; tiende a preparar a los hijos para el mundo real; ofrece la visión del mundo masculino: hay “cosas de hombres” y hay “cosas de mujeres”, es decir, con frecuencia hay un padre severo y una madre complaciente; aunque, muchas veces, la balanza también se inclina hacia el lado contrario, padre complaciente y madre severa.

Es importante para los hijos, la presencia paterna y materna, que ambos sean percibidos como una unidad, sin lugar a confusión, donde se combine autoridad y ternura. Hay que querer y admirar a la madre y al padre. En una línea tradicional, la admiración es para el padre “mi papá es el mejor jugador de fútbol de su equipo” y, el amor es para la madre; pero la revolución femenina ha traído mujeres guerreras que actúan como motor de crianza, en todo aspecto, y ahora es frecuente escuchar: “mi mamá es la jefe de la oficina”. Antes la figura paterna era vista como proveedora; el padre era quien trabajaba, traía dinero a casa, debía tomar decisiones, era el protector, era la autoridad, era el que transmite el apellido, el que aparecía por casa muy tarde de noche, tenía una ocupación que los niños veían como algo único y misterioso, todo esto apoyado en el hecho, de que la madre siempre estaba presente, cuidándolos.

Actualmente, el rol de la mujer ha sufrido cambios a nivel profesional, hay mayor igualdad, en cuanto a educación y rangos profesionales, por lo tanto, el padre está haciendo notar su presencia en las responsabilidades de crianza, siendo para sus hijos una figura más cercana, con más carga afectiva, estableciendo un vínculo muy íntimo y duradero.

El padre es el modelo con quien se asienta su identidad masculina y es el ejemplo de trato de comunicación con la pareja. Aún en caso de divorcio, el padre debería hacer lo posible para estar presente en la educación de sus hijos, o en su defecto, el niño debería contar con una figura masculina próxima (abuelo, tío, etc.).

Por la ausencia del padre, es frecuente que los niños puedan presentar conductas antisociales como: crisis de identidad, baja autoestima, inseguridad, soledad, fracaso escolar, consumo de drogas, etc., por lo que se deduce, que la presencia de la figura paterna es de vital importancia para el desarrollo psicológico y equilibrado de los hijos.

En conclusión, la función del padre es proporcionar modelos más humanos, más completos y más competentes a sus hijos.

 

Lic. Yvonne Vega Díaz
Psicóloga.
Directora Déjalo Ser - Sede San Juan de Miraflores

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