Miércoles, 22 Agosto 2018 09:43

Pensamiento infantil: ¿cómo estimularlo?

El pensamiento supone la habilidad de razonar, la capacidad de recordar y percibir semejanzas y diferencias, establecer relaciones entre las ideas y cosas. Incluye los procesos de generalización, asociación, causalidad, clasificación y seriación, las relaciones de pertenencias, las estrategias de selección, codificación, procesamiento y recordación de un hecho para la resolución de problemas, el desarrollo de la imaginación, iniciativa, decisión y anticipación de consecuencias, la actitud de búsqueda, observación, experimentación, etc.

El desarrollo del pensamiento en esta etapa es inherente al manejo de los objetos, deriva de las acciones del niño sobre el mundo y se observa cuando explora toda clase de objetos que le permite formarse expectaciones acerca de cómo se comportan los objetos en diferentes circunstancias. El conocimiento que logra el infante de los objetos y de sus conexiones causa – efecto está ligado por completo a la experiencia y a la actividad motriz.

El Pensamiento Sensoriomotor o en acción (0 a 2 años), se caracteriza porque el conocimiento que el niño adquiere de su mundo es práctico y está relacionado con sus acciones de chupar, tocar, golpear, tirar, jalar, etc.

En esta etapa se dan dos adquisiciones fundamentales:

La primera, el desarrollo de las acciones con los objetos, entendida como la habilidad que adquieren los niños para manipular los objetos y supone la superación del pensamiento práctico y la existencia de un razonamiento más allá de la percepción.

Actividades sugeridas hasta los 18 meses:

  1. Los primeros tres meses, enseñar al bebé, móviles o sonajas de diferentes texturas, colores y sonidos, para que intente alcanzarlos. Inicialmente el bebé logrará tocar el objeto al azar, pero luego irá repitiendo la conducta hasta reproducirla en forma voluntaria.
  2. Dar juguetes que permitan la manipulación (adecuado peso y tamaño) para que el niño las haga sonar, las chupe, las golpee y descubra mediante la exploración sus características físicas.
  3. Dar objetos de diferentes texturas, tamaños, temperaturas, para que el niño realice comparaciones entre ellos y logre realizar representaciones mentales del objeto.
  4. Proporcionar juguetes que desarrollen la relación causa – efecto: juguetes para presionar, para jalar, para girar, que produzcan un resultado inmediato y que el niño las repita para obtener el resultado deseado.
  5. Acompañar al niño en sus juegos, siempre sentándose frente a él y hablando mientras realiza la acción.


La segunda, la formación de la noción del objeto (permanencia del objeto), cuando el niño comprende que los objetos existen, aunque no sean perceptibles. La permanencia implica la noción o “idea” del objeto y de sus relaciones espaciales. Se logra alrededor de los 18 meses y es el primer nivel de conservación que logra el infante.

Actividades sugeridas hasta los 18 meses:

  1. La madre puede taparse la cara con sus manos para que el bebé la busque.
  2. La madre puede colocarse un pañuelo o toalla delante de su cara para que el bebé lo retire y la encuentre.
  3. Poner un pañuelo en la cabeza del bebé para que se lo quite.
  4. Esconder objetos que le gusten al niño debajo de un pañuelo para que los busque.
  5. Una vez que logra encontrar un objeto debajo de un obstáculo, poner varios obstáculos para que los vaya retirando uno a uno, hasta encontrar el objeto oculto.
  6. Esconder delante del bebé un juguete debajo de una cajita y poner al lado otra caja igual y preguntar dónde está.

En la medida, que el bebé logre desarrollar estos dos primeros procesos de pensamiento, se sentarán las bases tempranas para adquirir otros conceptos como las nociones de clasificación y seriación.

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Lic. Rosa Taramona Aparcana

Psicóloga. Mag. En Psicología Educacional y de Familia.
Diplomado en Neuropedagogía y Habilidades Cognitivas y Emocionales.
                   Especialista en Estimulación Temprana.
                   Directora del Centro Déjalo Ser.

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