¿Cómo prevenir los temores infantiles?
- Cuidar los modelos que le presentamos.
- No amenazar con cosas temerosas " te ponen la inyección si no terminas tu comida”.
- Educarlos para ser prudentes con lo peligroso (incendios, el mar, la pista, entre otros).
- No ser sobre protectores.
- Cuidar que las películas y videos sean los apropiados para su edad y que no tengan contenidos violentos y/o atemorizantes.
- No dramatizar las situaciones temerosas de la vida (muerte, accidentes, fuego).
- Actuar siempre con la mayor tranquilidad posible.
- No evitar todas las situaciones que generan temor, porque el miedo es una respuesta adaptativa y si el niño no siente temor no aprenderá a enfrentarlo.
¿Qué hacer para superar los miedos?
En general:
- La familia juega un papel fundamental para que el niño supere sus miedos.
- Los miedos se superan cuando los niños se enfrentan a aquello que temen y comprueban que no les sucede nada malo.
- Mantener una actitud de serenidad y firmeza, evitando tanto sobreproteger como abandonar a los niños ante sus miedos ya que en cualquiera de los dos extremos lo más probable es que los miedos aumenten.
- Los padres deben favorecer la autonomía e independencia del niño: apoyarlo y consolarlo para que pueda superar sus miedos, pero evitando una actitud sobreprotectora.
- Dar apoyo afectivo y contacto físico (abrazo, beso, caricia) dándole seguridad, sobre todo a los niños pequeños, asegurándoles que con su proximidad o presencia el objeto o situación temidos no puede hacerles daño.
- Indagar mediante juegos y dibujos el origen de sus temores.
- Identificar el miedo concreto de cada niño en cada momento, no todos padecen los mismos temores y en el mismo grado.
- Distinguir entre miedos lógicos y miedos irracionales, pues los primeros deben ser mantenidos siempre que no paralicen al niño, mientras que los segundos han de ser reducidos.
- No hacer que el niño afronte su miedo en solitario. La compañía de los padres o de los hermanos suele bastar para que el temor acabe desapareciendo. El niño debe saber que tiene a su lado a alguien que lo comprende y lo apoya, que se preocupa por sus sentimientos y que está dispuesto a ayudarlo.
- No debemos sobreprotegerlos, ni apoyarlos siempre frente al temor, privándoloprivándolos de la oportunidad para adiestrarse en cómo reaccionar frente a sus temores.
- No es posible desterrar los miedos, la idea es afrontarlos, dándole al niño suficiente seguridad para enfrentarlos por sí solo, sin subestimar ni magnificar las amenazas. Por eso debemos dejar que se enfrente a sus pequeños miedos y que se acostumbre a ellos él mismo. Por ejemplo, acercarse a las olas del mar.
- Un error común entre los padres es ignorar o menospreciar el miedo que sufre el niño atemorizado. El no atender a sus llamadas de auxilio, ridiculizarlo o reírse de sus miedos solo trasmite al niño la conciencia de su propia debilidad y la falta de confianza en sí mismo. Esto origina que el niño no nos cuente sobre sus temores agudizándose el problema.
- Tratar de no demostrar ni manifestar miedos exagerados delante de sus hijos: el miedo puede transmitirse de padres a hijos mediante el aprendizaje por observación. Unos padres miedosos además pueden interfieren en la desaparición del miedo de sus hijos.
- En caso de que alguno de los padres tenga el mismo miedo que el niño, se recomienda no negarlo sino intentar que le sirva como modelo de afrontamiento.
- Ofrecer modelos correctos de cómo actuar. Por ejemplo, enseñarle cómo montar en el columpio.
- Tratar de ponernos bajo su perspectiva para explicarle de forma objetiva.
- Enseñar habilidades en relajación y autocontrol.
- No dar sustos a sus hijos ni someterlos a pequeñas 'pruebas' de temor supuestamente inofensivas. Hay quien lo hace creyendo que de ese modo fortalecerá las defensas del niño.
- Poner ejemplos de miedos que ellos mismos hayan tenido de pequeños y de cómo los superaron.
- También se puede recurrir a cuentos que hay en el mercado sobre distintos miedos y cómo los protagonistas se enfrentan a ellos
- Hablarles sobre miedos que los niños hayan tenido de más pequeños y ya hayan superado.
- Hacerlos hablar de sus temores y convencerlos de que no tienen razón de ser.
- Explicarles sobre el sentimiento de miedo. La repetición de estas explicaciones va a permitirles poco a poco ir haciendo suyos estos argumentos de modo que puedan decírselos a sí mismos cuando tengan que enfrentarse a miedos en ausencia de sus padres. Para los niños pequeños que están ansiosos y excitados las explicaciones lógicas no tienen ninguna utilidad.
- Repetir las explicaciones directas y sencillas cada vez que aparece el objeto o situación temida, de esta manera va perdiendo su efecto estresante.
- Evitar que los niños vean películas o programas con contenidos o imágenes de terror y violencia.
- Seleccionar lecturas infantiles adecuadas, cuentos agradables, exentos de terror y acontecimientos truculentos.
- Animarlos a que se enfrenten a las situaciones temidas mostrando satisfacción por sus logros y haciendo que se enorgullezcan de ellos.
- Reforzar la valentía del niño: felicitarlo por cualquier avance en la superación de sus miedos, evitando la calificación: "ya era hora de que lograras perder el temor".
- Premiarlo con algo que le agrade cuando enfrenta algún temor.
- Cuando muestra una respuesta de miedo actuar con tranquilidad, hablarle en tono bajo, con ritmo y movimientos pausados.
- Convencerlo de que no hay que avergonzarse por tener miedo a algo. Utilizar frases como "yo también tengo miedo a... "
- Existen emociones contrarias al miedo que pueden ser buenos aliados para luchar contra él: la alegría, la seguridad, el humor, el enfado, la rabia o la risa. Enseñar al niño a enfrentarse a sus miedos de la mano de alguna de estas emociones, resulta muy eficaz.
- Ir aproximándolo al estímulo provocador de miedo de forma progresiva y siempre en un ambiente de agrado y bienestar para el niño.
Si tiene miedo de separarse de sus padres:
- Buscar la autonomía del niño, eliminando progresivamente el apoyo que recibe de sus padres, favoreciendo el desarrollo de su independencia personal.
- Fomentar el aprendizaje de habilidades en las áreas de coordinación motora, lenguaje, relaciones sociales, comportamiento individual, iniciativa personal, que dará como resultado mayor autonomía personal.
- Procurar que otras personas se relacionen con el niño y de esta manera disminuir la dependencia excesiva hacia los padres o adultos a los que está vinculado.
- Introducir ausencias cortas al principio, como quedarse con los abuelos un ratito para después en forma progresiva alargar las ausencias.
- Realizar cambios graduales en su entorno cotidiano para acostumbrarlo a situaciones novedosas.
Si tiene miedo a los animales:
- Se puede tener un gatito o un perrito, si tiene miedo a los perros o gatos.
Si tiene miedo a las personas disfrazadas (payasos, muñecos):
- Evitar asustarlo o hacerle bromas relacionadas a su temor.
- Preparar al niño para toparse con este tipo de personajes (fiesta infantil).
- El padre puede acercarse a la persona disfrazada, darle la mano demostrando seguridad.
- No exigirle que se enfrente a estos personajes.
Si tiene miedo de ir a la escuela:
44. Hablarle acerca del nuevo lugar donde va a asistir.
45. Llevarlo a conocer la escuela donde va a estudiar.
46. Quedarse con ellos los primeros días.
47. Tomar una actitud firme y dejarlo, con frecuencia el niño se acostumbra a acudir.
Si tiene temor a la oscuridad:
- Crear un ambiente agradable para dormir, con la temperatura adecuada y una cama o cuna segura.
- Prender la luz del pasadizo o poner una luz en su habitación (lámpara) a la que poco a poco se le vaya reduciendo la intensidad.
- Si se despierta consolarlo con la luz apagada y no acudir inmediatamente después de su llamada sino, paulatinamente, ir aumentando el tiempo que tardamos en ir.
- Enseñarle un sentimiento diferente frente a lo que teme. Entrar en una habitación oscura sintiendo rabia o risa, enfadarse con la oscuridad. Incluso podemos teatralizarlo e inventar una historia: que Juan entra en una habitación acompañado de un poderoso guerrero que se llama Ira o Risa, capaz de vencer al miedo a la oscuridad porque es mucho más fuerte. Estas historias ayudan al niño a sentirse más aliviado si consigue reírse dentro de una habitación a oscuras.
- Entrenar mediante juegos los comportamientos correctos de reacción. Por ejemplo, la gallinita ciega, contar las estrellas.
Si tiene miedo al doctor, al dentista o los hospitales:
- No asustar a los niños que se portan en forma inadecuada con llevarlos al doctor o ponerles una inyección.
- Los padres deben mantener una actitud serena y tranquila frente al médico para que el niño pueda apoyarse y sentirse seguro.
- Explicarle lo que van a hacerle los médicos con la máxima claridad.
Si tiene miedo a los seres fantasmales:
- No asustar a los niños con historias de fantasmas y brujas, principalmente antes de ir a la cama, ni amenazarlos con que vendrán o se los llevarán si no se comportan adecuadamente.
- Evitear comprobar que no existen monstruos en el ropero o debajo de la cama ya que así constatamos su posible existencia.
- Contarle relatos donde aparecen brujas benévolas y dragones inofensivos.
- Contarles historias donde aparezcan animales o personajes irreales en forma divertida.
¿Qué NO hacer cuando aparece el miedo en nuestros hijos?
- No reírnos del niño ni de su reacción frente al estímulo.
- No permitir que los demás se rían de él ni que se burlen de su temor.
- No compararlo con otros niños que no tienen miedo, ni decirles que son unos “miedosos”.
- No criticarlo o castigarlo por tener miedo.
- No hacer públicos los comportamientos de miedo del niño.
- No insistir con argumentos y razonamientos mientras que está con el “ataque de miedo”.
- No obligarlo a afrontar los estímulos que le generan miedo en forma brusca, pensando que así va a superar su temor.
- No amenazarlo con el estímulo al que tiene miedo ("si no comes llamo al loco").
- No protegerlo en exceso evitando todo estímulo amenazador de miedo.
¿Cuándo debemos empezar a preocuparnos?
Los miedos suelen ser transitorios pero siempre hay excepciones. En caso de que los miedos sean desproporcionados, persistentes, comiencen a entorpecer la vida cotidiana o el normal desarrollo de un niño, y las soluciones intentadas por los padres no den el resultado esperado o que los padres comprueben que su hijo está en permanente sufrimiento y malestar por un miedo a algo determinado. En ese momento se hace necesario acudir a un especialista. Lo que debemos observar es:
- El miedo es desproporcionado con respecto a la situación que lo desencadena.
- El niño no deja de sentir miedo a pesar de las explicaciones.
- El miedo no es específico de una edad determinada.
- El miedo es de larga duración.
- El niño no puede controlar a voluntad el miedo.
- El miedo Interfiere considerablemente en la vida cotidiana del niño por las respuestas de evitación que manifiesta.