El amigo imaginario, no es otro, que ese personaje o compañero que inventan nuestros hijos, que los acompaña y que los apoya cuando se sienten solos. Ese compañero es alguien con quién jugar y a través del cual expresan sus sentimientos y sus deseos. A través de ellos, y mediante juegos, aprenden a entender las relaciones sociales. Esta creatividad, es un símbolo donde el niño abandona su mundo interior para abrirse a la socialización y comprensión de su entorno social. El amigo imaginario es un ser, con nombre y personalidad propia, que seguro lo va a acompañar por algunos meses o quizás años.
Los amigos imaginarios son presencias generalmente buenas, que el niño se hace desde un espacio que se está construyendo en esta etapa, “el espacio imaginario”, que es simbólico y absolutamente necesario para elaborar situaciones reales. Es en este espacio, donde el niño repite vivencias y acciones que no ha podido resolver en sus relaciones personales.
Los amigos imaginarios son una señal de pensamiento complejo y elaborado, que aparece entre los tres y cuatro años como fruto de su gran imaginación y es frecuente que permanezcan hasta los seis a ocho años, etapa donde los niños establecen límites claros entre la fantasía y la realidad.
Durante los primeros años, los niños necesitan de espacio para dar rienda suelta a su imaginación y para vivenciar sus fantasías. Muchos niños describen a estos amigos invisibles, dando detalles de su ropa, de sus juegos y afirmando que realmente existen. Este comportamiento es normal. Para el niño, el amigo existe y es decepcionante percibir que los padres no crean en él.
La aparición del amigo imaginario ocurre con más frecuencia en hijos únicos, en primogénitos, en niños con hermanos muchos mayores, en niños con un alto grado de inteligencia y en niños muy creativos y generalmente aparecen antes de ir a la escuela, pero poco a poco los compañeros imaginarios desaparecerán para dar paso a los amigos reales. Normalmente cuando los niños comienzan a ir a la escuela y a participar en actividades sociales con compañeros de su edad, el amigo imaginario va haciendo visitas cada vez más distantes hasta ser totalmente olvidado.
Un niño puede “inventar” un amigo imaginario en diferentes circunstancias:
- Una podría ser, porque le trae autorrealización, por ejemplo: “hay una monstruo en el clóset, pero mi amiga Dora lo espantó con su varita mágica”.
- También sirve para proyectar sus sentimientos: si “Juanito” (el amigo imaginario) no quiere que apaguen la luz, es muy probable que el niño le tema a la oscuridad.
- Como “chivo expiatorio”: El niño puede decir, “yo no me comí esas galletas, fue Fido, el perro guardián”.
La función del Amigo Imaginario
Tener un amigo imaginario, es parte del desarrollo social y emocional del niño.
Desde el punto de vista social le permite interactuar y aprender modelos sociales y practicar comportamientos con su amigo imaginario como “compañero” de sus vivencias.
Desde el punto de vista emocional, el amigo imaginario brinda al niño la oportunidad de explorar su personalidad y definir quién quiere ser, comportándose sin temor de diversas formas y representando diversos roles. Estos amigos sirven de escape emocional reduciendo muchas veces la ansiedad y el estrés del niño.
El amigo imaginario, en el área emocional, tiene diferentes funciones específicas:
- Actuar como compañero de juegos, permitiéndole interactuar y comunicarse mejor. El peligro radica en que el amigo imaginario hace y dice lo que el niño quiere, pero en la interacción real con otros niños, las cosas no siempre van a ser así, de ahí la importancia de que el niño aprenda a diferenciar realidad de ficción, debido a que la ficción siempre será positiva para él y lo reforzará, mientras que la realidad puede a veces ser frustrante y negativa.
- Fomentar la imaginación y la creatividad del niño, a través de los juegos y conversaciones con su amigo. El amigo imaginario es una señal positiva del desarrollo de la imaginación de los niños. Desde un punto de vista cognitivo, la imaginación es señal de un pensamiento más complejo, que se da cuando el niño trata de alejarse de la realidad siempre tan concreta que lo rodea. El amigo imaginario brinda al niño la oportunidad de explorar su fantasía de forma creativa y de probar los límites de su realidad, distinguiendo entre lo que es bueno y malo.
- Como búsqueda de apoyo y seguridad, ya que el niño se siente protegido por su amigo y se refugiará detrás de él cuando se enfrente a alguna situación que no sepa sobrellevar solo o que le produzca temor. Este nuevo amigo, puede ser el portavoz de los sentimientos o estados anímicos que el niño no se atreve a exteriorizar por sí mismo; sobre todo negativos, como rabia, odio, mentira, envidia o egoísmo. Es el amigo el que quiere determinada cosa, el que se enfada, el que discute. El niño no habla por él, sino por su amigo, aunque la realidad es que cada acción de su amigo imaginario lo ayuda a comunicarse con el mundo exterior.
La evolución en la escuela
A medida que el niño va creciendo, sus necesidades van cambiando y ya no necesita un amigo imaginario para jugar, debido a que ya asiste a la escuela y ahora puede interactuar con amigos reales. Cuando se inicia la escolaridad, el niño comienza a interactuar con sus compañeros y es mucho más estimulante la interacción con iguales reales, los juegos son más divertidos y dinámicos y los aprendizajes resultan más rápidos y atractivos.
Cuando el niño es inseguro tiene que buscar estrategias para ganar seguridad y la imaginación puede ser una de ellas. Pero, cuando el niño crece, necesita ir generando nuevos mecanismos de defensa ante los posibles problemas que le puedan surgir y somos los padres los encargados de ayudarlo a buscar otras opciones para solucionarlos.
El amigo imaginario no es un problema en la primera etapa de desarrollo ni en los primeros años de infancia. Más delante debemos comprobar que nuestro hijo interactúa con otros niños de modo adecuado y que su amigo imaginario poco a poco pierde fuerza y no funciona como refugio.
¿Cuándo el amigo imaginario se convierte en un problema?
Generalmente, los amigos imaginarios brindan seguridad y compañía al niño, pero normalmente el niño poco a poco va dejando a su amigo imaginario en el olvido. Pero en ocasiones, el pequeño se refugia en sus fantasías y rehúye el contacto con situaciones reales, evadiendo la interacción con otros niños en la escuela o con otros miembros de la familia. En este momento, debemos comenzar a preocuparnos.
Es importante respetar el espacio privado del niño. Los amigos imaginarios no son algo de lo que debamos preocuparnos, siempre y cuando el niño a la vez empiece a relacionarse con otros chicos de su edad. A menos que el niño se aísle de sus amigos reales, debemos ver siempre al amigo imaginario como una señal de un sano desarrollo emocional y cognitivo.
El niño tiene que aprender a disfrutar de la gente que lo rodea, de los juegos sociales, tanto en la casa como en la escuela. Si el niño, se siente discriminado o falto de afecto y cariño, el vínculo que lo une con la fantasía se hará más fuerte. Soñará con el cariño y con los amigos comprensivos, creando todo un mundo de fantasías. Encontrará así, en su amigo imaginario todo lo que le gustaría ser, pudiendo incluso, identificarse con cada uno de sus padres bajo el mismo disfraz del amigo imaginario.
La fantasía y la imaginación son un síntoma de actividad mental y de desarrollo del niño. Pero cuando esta se convierte en su única realidad y rechaza el contacto con otros niños u otras actividades, deja de ser positivo.
Cuando se ha llegado al punto en que el niño prefiere quedarse a escondidas con su amigo imaginario aún estando en compañía de amigos reales, o pierde el interés por las actividades familiares en detrimento de la compañía del amigo imaginario. En estos casos es mejor buscar consejo con un especialista en Psicología infantil.
¿Cómo deben actuar los padres?
- Aceptar al amigo imaginario de su hijo como parte integrante de la familia. La mejor actitud siempre es la aceptación, y que lo traten como algo natural y normal.
- No darle demasiada importancia ya que poco a poco irá desapareciendo.
- No burlarse ni ridiculizarlo cuando hable de su amigo imaginario.
- No criticar al amigo imaginario, ya que el niño lo asociará a algo negativo y lo ocultará. Con eso el problema no desaparece y genera en el niño sentimientos de culpa cuando hable con él o cuando lo encuentren hablando con su amigo imaginario.
- No preguntar continuamente por el amigo imaginario, porque eso refuerza la conducta.
- No tratar de que se olvide de él, debido a que el amigo imaginario forma parte de su desarrollo y cubre algunas de sus carencias sociales.
- No intervenir en la relación niño – amigo imaginario. Los diálogos y tratos que el niño mantenga con su amigo imaginario han de respetarse. Si los padres invaden esta intimidad con preguntas constantes sobre el amigo imaginario, los niños tenderán a no volver a hablar de ellos y los convertirán en clandestinos.
- Utilizarlo como mediador, el amigo imaginario puede ser un buen mediador entre el adulto y el niño, ya que, a través de él, el niño expresará cosas que no se atreve a decir directamente. Por esto, se puede utilizar para conocer sus preocupaciones.
- Preparar a nuestro hijo para enfrentarse al mundo y a la interacción con otras personas, ayudándolo en su socialización. Si nuestro hijo sale poco o no interactúa con niños de su edad es probable que más adelante tenga problemas de integración.
- Cuando se utiliza al amigo imaginario como “chivo expiatorio”, los padres deben resaltar la importancia de que el niño asuma la responsabilidad de sus actos y que aprenda de sus propios errores.
- Si la situación lo amerita, será necesario encarar al niño y hacerle ver errores o malas conductas cometidas por él y no por su “amigo imaginario”, sin estropear su imaginación.
- Buscarle actividades para que se relacione con niños de su edad. De esta manera, el pequeño aprenderá a socializar, saciará sus necesidades de juego e irá olvidando a ese amigo imaginario, que en algún momento le fue útil.