Durante un largo período de tiempo la depresión infantil no ha existido, en 1975 fue aceptada por el Instituto Internacional de Salud Mental como concepto y entidad psicopatológica y recién en 1987 fue aceptada como un conjunto de síntomas que forma un síndrome, estableciéndose que puede existir en todas las edades y para poder hablar de ella, la sintomatología debe durar alrededor de un mes como mínimo
Definición
La depresión infantil puede definirse como una situación afectiva de tristeza, mayor en intensidad y duración, de la que ocurre generalmente en un niño y se produce debido a que no posee los recursos que tiene el adulto para decir qué le pasa o cómo le pasan las cosas, pero sí recursos para hacerlo saber. Un niño puede tener depresión, estar triste y sentirse desvalido, pero aún así, mostrarse violento, irritable, distraído o excitable. Nada diría por su conducta que el niño está sufriendo. Esta es una de las causas por las que la depresión infantil no sea sencilla de diagnosticar y pase inadvertida para padres y maestros.
Es probable que en algún momento de la infancia de su hijo, alguna madre se pregunte si su hijo está deprimido. Lo primero que debemos saber es que cada niño es único, hay que conocer bien al niño y saber lo que es realmente normal en su comportamiento.
Síntomas
Los expertos en el tema de depresión infantil coinciden en algunos síntomas característicos y criterios de la depresión infantil que se manifiestan en diferentes áreas:
Afectivos
- Trastornos en el humor; se siente triste, llora con facilidad, elige “finales tristes” para cuentos y representaciones, es incapaz de encontrar disfrute en diferentes cosas que antes le hacían sentir placer, pierde su sentido del humor, pierde interés por sus juegos preferidos y por la escuela.
- Irritabilidad; se muestra irritable o demasiado sensible frente a pequeñas frustraciones, desencadenando rabietas o berrinches con facilidad.
- Baja autoestima; desprecio hacia sí mismo, sentimiento de no ser querido.
- Aislamiento social; se aleja de sus amigos y familiares debido a que muestra extremada sensibilidad hacia el rechazo y el fracaso.
- Presenta regresiones; habla como bebé, comienza a orinarse en la cama.
- Ideas destructivas; habla de escaparse de la casa, habla sobre la muerte, habla de morirse o de suicidarse, planifica suicidios.
Cognitivos
- Sus pensamientos están distorsionados, parece haberse alterado la capacidad de comprensión.
- Presenta comunicación pobre, no habla, se aísla.
- Se altera la capacidad de atención, disminuye la capacidad de concentración, presenta dificultades escolares.
- Psicosomáticos
- Alteración del sueño, duerme demasiado o muy poco.
- Alteración del apetito, come demasiado o muy poco, pérdida del apetito, sube y/o baja de peso en poco tiempo.
- Se queja constantemente de cefaleas, vómitos, dolores abdominales.
Motrices
- Hiperactividad
- Se aburre y se cansa con facilidad.
- Se comporta de una manera agresiva.
- Se cansa sin motivo y su actividad desciende a pasos agigantados.
Síntomas en niños menores de tres años
En la actualidad también encontramos bebés que muestran señales de depresión, por eso debemos estar alerta y observar si los bebés:
- Parecen tristes o decaídos aun cuando se les está consolando, inclusive se pegan desesperadamente a quien se ocupa de ellos.
- Dan la impresión de apatía, sin ninguna iniciativa ni interés por jugar o dejan de comunicarse.
- Si existe un cambio o pérdida de la persona responsable de su cuidado o si la persona que los cuida no es capaz de responder a sus necesidades.
- Aceptan indiferentes los brazos de los desconocidos, ya que lo normal es que el bebé tenga angustia por la separación de su madre y se aleje de los extraños.
- No traten de llamar la atención, ya que lo esperado es que el bebé quiera atraer la atención de las personas que lo rodean.
- Presentan problemas de sueño (sueño intranquilo, pesadillas) y somatizaciones frecuentes.
- Presenta enfermedades de tipo infectocontagioso debido a la disminución de las defensas biológicas.
- Presentan alteraciones en la alimentación por su estado de decaimiento.
Causas de la Depresión Infantil
Existen varios marcos teóricos que intentan explicar el origen de la depresión infantil, así tenemos:
- Según el modelo biológico, la depresión infantil se produce por una alteración de los neurotransmisores y por aspectos hereditarios. La manera de tratarla es mediante la administración de psicofármacos.
- Según el modelo psicológico podemos distinguir tres corrientes.
- El psicoanálisis que postula que la depresión se produce por la pérdida de un objeto y la pérdida de autoestima.
- El enfoque conductual que postula que se produce por falta de reforzamientos y experiencias sociales negativas.
- El enfoque cognitivo propone que el niño se deprime porque tiene distorsiones cognitivas respecto a sí mismo, sobre el mundo que lo rodea y sobre su futuro.
En la actualidad, se admite una compleja interacción de distintos factores tanto de carácter biológico como social que sirven de base para la aparición de la depresión infantil. Es necesario que se dé una cierta vulnerabilidad personal, familiar y ambiental que combinadas dan lugar a la aparición de una conducta desajustada. En el caso de la depresión infantil, los elementos que suponen esta vulnerabilidad son de naturaleza biológica, personal, social y demográfica.
Con frecuencia la aparición de la depresión infantil está asociada a un factor desencadenante: duelo por muerte de un ser querido, pérdidas, violencia familiar, falta de vinculación amorosa, pérdida de los niveles de autoestima, cambios importantes que generan estrés como mudarse, cambiar de escuela como resultado del fallecimiento o abandono de los padres, divorcio, problemas familiares, etc.
Alrededor del 5 al 10% de niños sufren de depresión infantil en alguna etapa de su infancia. Los niños que viven con mucha tensión, que han experimentado una pérdida o que tienen desórdenes de atención, de conducta, dificultades en el aprendizaje o problemas de salud mental, corren mayor riesgo de sufrir depresión.
Influencia de la familia y la escuela en la depresión infantil
La familia es el entorno más inmediato del niño, durante los primeros años el niño desarrolla todos los elementos básicos con los que más tarde va a construir su vida futura: lenguaje, afectos, hábitos, motivaciones.
El apego que desarrollen la madre y el hijo mutuamente será el vehículo de una adecuada integración social y personal del niño. El apego inseguro se ha relacionado con todo tipo de problemas de conducta y también con la depresión, así como un apego seguro es la meta ideal de prevención de la aparición de depresión infantil.
La depresión materna aparece claramente definida como uno de los factores de riesgo asociados al desencadenamiento de una depresión en el niño.
Más tarde, también son indispensables para el normal desarrollo emocional del niño las buenas relaciones con los padres. Una y otra vez numerosos expertos han señalado cómo las malas relaciones con los padres son la fuente específica de muy diversos problemas infantiles y también claro está de la depresión.
En relación con la familia también se ha estudiado el puesto que se ocupa entre los hermanos. En muchas investigaciones aparece la posición intermedia como la más vulnerable a desarrollar trastornos de tipo emocional. Los padres deben prestar especial atención a la construcción de una adecuada autoestima y autoeficacia en el niño, así como incentivar en ellos la capacidad de afrontamiento y el manejo adecuado de la frustración, todo ello constituye la prevención primaria de la depresión infantil.
En cuanto a la escuela, sabemos que la localización precoz de cualquier deficiencia de aprendizaje en un niño y su pronta solución es imprescindible para lograr una situación de progreso normal y aceptable, eliminando así la posibilidad de trastornos afectivos que conlleven a la aparición de depresión infantil. Muchos autores han relacionado la DI con el rendimiento escolar, unas veces considerándolo como causa y otras como efecto de la depresión. De hecho, un niño deprimido puede descender su ejecución en la escuela, pero también puede comenzar sus síntomas depresivos por un fracaso académico. De allí radica la importancia de una buena evaluación y seguimiento por parte del maestro para detectar estos cambios en el alumno.
Tratamiento
Los niños que son diagnosticados de depresión infantil urgen de tratamiento individualizado, adaptado a cada caso en particular y a la fase del desarrollo en que se encuentra el niño, en base a: su funcionamiento cognitivo, su maduración social y su capacidad de mantener la atención. Debe además involucrar de una manera activa a los padres, y realizar intervenciones hacia el entorno del niño (familiar, social y escolar).
El tratamiento se divide en tratamiento de fase aguda y fase de mantenimiento. El tratamiento en Fase Aguda incluye: Psicológico, Farmacológico y Combinado. En la mayoría de los casos, se puede resolver el caso sin tratamiento farmacológico, solo con intervención psicoterapéutica. Generalmente se medica únicamente en depresiones severas, cuando el paciente está tan comprometido por la depresión que no puede llevar adelante el proceso psicoterapéutico.
Qué pueden hacer los padres en estos casos
- No ignore los síntomas de depresión: Dé más atención a su hijo. Juegue con él y así le será más fácil hablar sobre sus problemas. Lea libros infantiles con temas relacionados, dibuje, pinte, haga construcciones con su hijo. Dedique un momento especial y único creando un ambiente más cercano y de confianza.
- Hágale preguntas y esté atento a sus respuestas: No se trata simplemente de apoyarlos diciéndoles que no son tontos o inútiles, hay que preguntarles porqué piensan así, que originó ese pensamiento, si pasó algo en la escuela o con los amigos, etc. El niño podrá contestar diciendo que todo es una porquería, entonces debe preguntar qué le parece inadecuado. Lo importante es indagar sobre lo que piensa el niño. El niño necesita de la atención e interés del padre.
- Establezca y mantenga las rutinas: El niño necesita sentirse seguro dentro de un sistema disciplinado. Sienten que colaboran y participan cuando se establece un horario y límites para cada actividad.
- Esté atento por si el niño tiene estrés: Reevaluar el calendario diario de actividades del niño. Pregúntese si su hijo no está haciendo demasiadas cosas. Si no lo está sobrecargando de actividades. Puede que el niño se siente cansado y estresado.
- Tranquilice a su niño: Averiguar sobre la rutina diaria de su hijo. Estar pendiente sobre lo que está comiendo, si duerme toda la noche, si necesita de nuevas actividades y si las que tiene están siendo demasiado exigentes.
- Busque apoyo profesional (médico, psicológico) en caso que su hijo empiece a aislarse, comportarse mal o a hacer comentarios negativos sobre él mismo. Sea honesto y si observa que su hijo ha sobrepasado el límite de la normalidad, busque ayuda y apoyo profesional. El diagnóstico y tratamiento temprano de la depresión son esenciales para un adecuado tratamiento.