El tiempo libre en la familia

En la actualidad, generalmente realizamos actividades en nuestra familia que tienen una estructura obligatoria y planificada, ya sea a nivel académico, social o familiar, es decir, son actividades programadas por los padres, pero resulta indispensable tener un tiempo disfrutando de las características individuales de nuestros hijos, donde se desarrollen inquietudes e intereses personales que les permita convertirse en protagonistas de sus acciones; para ello es fundamental tener “tiempo libre”.

Pero ¿qué es el tiempo libre? ¿Qué actividades deben realizarse en ese espacio? ¿Tiene que realizarlas de manera individual o grupal? Se considera tiempo libre cuando una persona realiza actividades que desea sin obligaciones (Perez y Merino, 2016), y de acuerdo a la sociología tradicional es manejada como “el conjunto de periodos de la vida de un individuo en los que la persona se siente libre de determinaciones extrínsecas, quedando libre para emplear con un sentido de realización personal tales momentos, de modo que le resulte posible llevar una vida verdaderamente humana” (Weber, 1969).

El tiempo libre debe generar desarrollo, descanso y diversión. En el ámbito familiar lo que se desea es fortalecer la relación entre los padres e hijos dedicándoles tiempo suficiente, pero es de vital importancia conocer los intereses y gustos de los niños y adolescentes para desarrollar actividades acordes con su edad, que podamos disfrutar en familia; actividades que favorezcan el fortalecimiento de nuestro vínculo con ellos.
Este tiempo se puede disfrutar centrándonos los padres como agentes educativos y preventivos, donde nuestro esfuerzo sea buscar recursos que motiven a los chicos a realizar actividades conjuntas que no sean una imposición, sino que estén caracterizadas por acciones donde todos se encuentren satisfechos y que después de haber cumplido sus obligaciones escolares y familiares tengan tiempo libre satisfactorio.

Para implementarlo debemos reunir algunos requisitos:

  1. Ser un modelo familiar, percibido como referente por nuestros hijos debido a que los aprendizajes que tiene un niño en el hogar son producto de la observación de sus padres. De ahí la importancia de que los padres logren generar actividades en base a los intereses de sus hijos.
  2. Establecer actividades variadas y cíclicas en la medida de lo posible, por ejemplo, actividades naturalistas, de bricolaje, de restauración, de lectura, culturales, deportivas, etc.
  3. Realizar actividades variadas (físicas, manipulativas, artísticas, comunicativas, etc.), donde todos los miembros de la familia disfruten lo que se establezca.
  4. Todos los miembros de la familia deben participar en la preparación de las actividades, donde cada uno asuma las responsabilidades que le corresponde, por ejemplo, si van a salir a la playa.

En conclusión, los padres debemos tener claro que realizar actividades familiares libres desarrollan habilidades y crean espacios que deben tomar en cuenta los intereses personales de todos los miembros:

  1. Conocer los gustos y aficiones de los hijos y estar motivados por ellas para realizarlas juntos.
  2. Favorecer el análisis y la reflexión personal.
  3. Facilitar propuestas saludables y alternativas.
  4. Fomentar la creación y utilización de espacios nuevos.
  5. Incrementar la autoestima y autoconfianza.
  6. Facilitar la autonomía personal y la toma de decisiones.
  7. Favorecer la intercomunicación personal y la interacción grupal.
  8. Promover el desarrollo de aficiones.
  9. Negociar actividades para realizar juntos.
  10. Proponer actividades del agrado de todos y que esté de acuerdo al momento evolutivo de los hijos.
  11. Invitar a los amigos de los hijos y escuchar y aceptar actividades que nos propongan.
  12. Hablar positivamente de las actividades que se hayan realizado, facilitando un clima positivo para una próxima actividad y evitando las críticas sobre las actividades ejecutadas.
  13. Reducir la sensación de aburrimiento.

Línea de actividades que se pueden ejecutar:

Ambientes externos:

  1. Realizar un deporte, el que le interese al niño que puede ser desde una actividad dirigida y plasmada en un centro específico (natación, fútbol, básquet, etc.) hasta una actividad abierta que permita lugares variados (bicicleta, patines, skateboard, etc.)
  2. Organizar salidas los fines de semana donde se puedan realizar excursiones.
  3. Organizar fiestas familiares o amicales.
  4. Hacer visitas culturales (museos y exposiciones) donde los niños aprendan nuevas cosas pero que resulten atractivas.
  5. Participar en actividades para apoyar a otra persona, puede ser visitar familiares, amigos u hospitales, donde haya enfermos.
  6. Proponer actividades de mayor duración, por ejemplo, asistir a un campamento.
  7. Asistir a parques, plazas y playas, donde sean lugares que promuevan el intercambio con otras personas.
  8. Salir en todas las estaciones del año para poder asistir a diversos lugares y tener variedad de experiencias familiares.

En el hogar:

  1. Organizar tertulias familiares.
  2. Realizar actividades como cocinar, preparar postres, jugos o refrescos.
  3. Compartir el tiempo de las comidas en diferentes lugares y diversas actividades.
  4. Tener un ambiente novedoso donde puedan leer libros, escuchar música, bailar, etc.
  5. Tener una pared con pintura para pizarra para dibujar.
  6. Tener un espacio de juego con materiales variados (pinturas, plastilina, material de construcción, etc.) donde realice actividades de manera espontánea.
  7. Fomentar nuevas aficiones como: realizar juegos de mesa, colecciones.
  8. Ver películas o series (televisión, cine).
Lic. Rosa Taramona Aparcana

Psicóloga. Mag. En Psicología Educacional y de Familia.
Diplomado en Neuropedagogía y Habilidades Cognitivas y Emocionales.
                   Especialista en Estimulación Temprana.
                   Directora del Centro Déjalo Ser.

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